En la actualidad,
las migraciones es un tema que genera controversia. Algunas personas ven en ellas algo negativo para su país y su economía. Pero… ¿tienen razón o tienen
cerrada su mirada ver los posibles beneficios de la llegada de personas de
otros países?
Puede que hayas
oído hablar de las migraciones españolas, a las que coloquialmente se le llamaba
“las Américas’. Puede que hayas visto fotos en blanco y negro de los millones
de españoles que un día salieron de nuestro país, maleta en mano, listos para
emprender su viaje a otros países europeos o americanos. Puede incluso que
conozcas a alguien que tuviera que emigrar en busca de un futuro mejor. Hace
años, España era un país de emigrantes. Según las cifras oficiales del
Instituto Español de Emigración, entre 1959 y 1973, más de un millón de españoles
emigraron a otros países europeos.
Las cosas han cambiado y actualmente España es
un país receptor de inmigrantes. En el año 2020, 5.423.198 de personas censadas
en nuestro país, fueron inmigrantes; es decir, un 11,4% del total de la
población.
Para poder entender
y desarrollar nuestra empatía hacia los movimientos migratorios es importante
conocer las causas y los efectos de los mismos. Vamo a
exponerlos a continuación.
Los movimientos
migratorios tienen varias causas: las sociales,
como guerras, política…; naturales,
como sequías, terremotos…; o las económicas,
como la falta de trabajo, la búsqueda de una mejor condición laboral… Como se
puede observar, nadie emprende este viaje sin que a su espalda tenga una
situación difícil o desoladora en muchos casos.
Por otro lado, los movimientos migratorios
tienen distintos efectos:
-
Económicos: una parte de los ahorros de los
trabajadores inmigrantes son enviados a su país de origen. Los inmigrantes
también pagan impuestos en el país de acogida, reactivando así su economía.
Además, las personas que emigran incrementan la oferta de mano de obra.
-
Sociales: una gran parte de los inmigrantes
reciben formación profesional o académica en su país de origen, lo que
beneficia al país receptor. Además, los inmigrantes suelen tener más hijos, lo
que ayuda a que aumente la tasa de natalidad del país receptor.
-
Culturales: los procesos migratorios suponen
dificultades a la hora de la integración, ya sea por lengua, costumbres… Sin
embargo, las migraciones permiten el contacto de diferentes culturas
consiguiendo una diversidad cultural mayor.
Por todo lo
expuesto anteriormente, sentimos que los países receptores deben fomentar la interculturalidad en la sociedad. La
interculturalidad reconoce la existencia de grupos de individuos con
manifestaciones culturales propias. Sin embargo, pone énfasis en la interacción
entre las distintas culturas en un mismo territorio, favoreciendo así la
integración y la convivencia armónica de todos. Para que esto sea posible es
importante conocer los datos que hemos expuesto en este artículo y abrir
nuestra mirada al encuentro, la acogida y la generosidad.